Para ello se llevó a cabo un enriquecedor conversatorio que contó con el protagonismo del mismo escritor y del antropólogo y director de cultura de la Utec, Ramón Rivas.
Wilber Corpeño
Fotos: Alexander Morales
La Palabra Universitaria
Para hacer un amplio análisis sobre la vida del escritor y novelista salvadoreño, Manlio Argueta, se desarrolló recientemente un conversatorio en las instalaciones del Museo Universitario de Antropología (MUA) de la Universidad Tecnológica de El Salvador (Utec).
La novela en la vida de Manlio Argueta fue el tema de la enriquecedora conversación que sostuvieron el escritor y novelista salvadoreño con el también escritor, antropólogo social y director de cultura de la institución, Ramón Rivas.
Y es que Manlio Argueta, dice Ramón Rivas, es un reconocido escritor por su basta producción literaria que también ha alcanzado reconocimiento internacional, contribuyendo así al enriquecimiento de la literatura contemporánea de la lengua española con su estilo y temáticas propias.
Sus novelas, entre ellas Un día en la vida, han sido divulgadas en todo el mundo de habla hispana, reconociendo que estas han contribuido enormemente a entender el mundo sociocultural y político que nos rodea en El Salvador.
Con un lenguaje sencillo y popular, como Manlio lo sabe hacer, los críticos afirman que con su obra literaria se puede comprender mejor lo que no es fácilmente entendible: el dolor, el odio, el amor, la muerte, la guerra, el sacrificio, la naturaleza humana, las relaciones de género y la verdad en una sociedad como la salvadoreña.
De acuerdo con el escritor, de origen migueleño, sus primeros instintos narrativos le surgieron cuando tenía 7 años, claro, dice, inspirado y motivado por la influencia de su madre y su abuela que le recitaban poemas.
“Mi familia es de origen muy humilde, por lo tanto, en mi casa no había libros. Recuerdo que yo leía en los papeles de periódico en los que se envolvían los comprados en la tienda; cada vez que me mandaban a hacer compras, aprovechaba y leía los textos de aquellos trozos de periódico en los que me entregaban las compras”, recuerda.
También describe que, en sus tiempos de infancia, a la edad de 7 años, frente al cementerio existía una peluquería, “Barbería La Flor”, y aprovechaba que estaba cerca de su casa se iba a ese lugar para leer los periódicos que estaban en el mostrador.
“El peluquero se admiraba porque solo tenía 7 años y me leía todos los diarios. Lo que más me gustaba era leer noticias sobre crímenes y las tiras cómicas, me enteraba de todo”, recuerda Argueta.
A la vez, agrega que entonces le nació el interés por la narrativa, pues en esos periódicos los domingos agregaban un suplemento sobre literatura, donde venían poesías, cuentos, entre otros géneros, que, dice, los leía completos.
“Para Manlio claro ha quedado, en el conversatorio, que la literatura es una actividad útil y además posee un valor social invaluable: nos hace más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros”, apunta Rivas
Las ficciones nos enseñan a nombrar nuestras angustias y también cómo enfrentar y compartir nuestros problemas cotidianos, pero también la literatura no enseña a soñar. La literatura es una herramienta buena para la formación, puntualiza.