La importancia de los nuevos mensajes de la radio y la TV y la participación de las audiencias

PhD Rafael Aparicio Pacheco

Desde la década de los 40´s en el siglo XX se dio apertura a los llamados medios del nuevo mundo, entre ellos la radio y la televisión. Si bien la tecnología siempre ha existido, estos dos medios con el solo hecho de llegar a las pocas audiencias que se tenían, ya se estaban posicionando en el universo de las comunicaciones.

Con la idea de mantenerse al aire y con una visión muy determinante, estos tienden a crear asociaciones, en las que se mantienen hasta hoy, mostrando el crecimiento en comparación de otros que decidieron caminar solos. Tanto las radios como las televisoras vendrían a revolucionar gustos y preferencias de las personas, las que con base a un formato de elección le darían el sí a su favoritismo.

Ahora, en comparación de los contenidos de esas décadas, ¿qué estamos viendo y oyendo hoy día?, seguramente se han experimentado muchos cambios. Pero ¿qué tan importantes son estos?, todo es importante porque se manifiestan realidades renovadas, más no todo es relevante para las audiencias.

En El Salvador, vamos viendo como la construcción de mensajes que se publican en los medios, algunos con tendencias ideológicas y otros sin contenidos claros que más que ayudar confunden a los receptores, van siendo menos coherentes en cuanto a temas coyunturales como la música, la cotidianidad o los conceptos adoptados por las nuevas generaciones que si bien, apegados o no a la realidad, son enmarcados en ideas más abstractas que concretas.

Como lo manifiesta Barbero en el artículo: Media and social communication in the context of Colombian crisis, polarization and nonconformism, “Actualmente la agenda informativa de los ciudadanos atiende a los contenidos propuestos por los medios de comunicación convencionales” (Martín-Barbero, 2003), teniendo en cuenta que el rol que juegan las audiencias en estos casos dentro del plan estratégico mediático es como motivarlos a nada, ¿por qué? porque su rol no es compartido, la audiencia se queda como espectador y los directores de medios se limitan a lo que creen y no a lo que necesitan sus receptores, no hay una investigación de mercado para conocer lo que las audiencias quieren ver u oír, llegando al punto de la infoxicación, y si nos vamos más lejos, fuera de consultarles, los medios influyen hasta la saciedad y el mensaje termina llegando, más no convenciendo, se han convertido en influencers de la desinformación.

El mensaje de hoy contiene mucho más escenario, más participación, más divulgación y más del contexto real. Las audiencias los oyen o lo ven, algunas lo repiten y otras los critican, y usted, ¿qué hace con los contenidos de nuestros nuevos comunicadores?

Obsérvese cómo es el trato de la información periodística de hace 20 años y de la época moderna. Los mensajes en los medios siempre crítica, de golpe o literal, antes. Ahora, encontramos información o (desinformación) llena de amarillismo y sensacionalismo (es lo que vende dirán algunos), y es cierto, porque al ver, sin necesidad de lentes, una generación literalmente perdida entre la oscuridad y la luz, vemos también que sus comportamientos siguen las mismas líneas de estos medios modernos, y en consecuencia la reacción a sus mensajes desajustados y poco enriquecedores que se llevan de paso a toda la sociedad.

Buenos o malos contenidos, ayudemos a construir democracia participativa, exigiendo una mejor calidad de contenidos y mejores protagonistas.

En el próximo artículo hablaremos del por qué los medios más influyentes carecen de profesionales de las comunicaciones, donde vemos ingenieros, abogados o estudiantes de medicina haciendo un gran papel, pero no en su cancha.

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