La doble cara de la tecnología en la educación: Un reto para escuelas y universidades

Christian Walberto Mejía
Estudiante de comunicaciones de la Utec
Foto de Christina Morillo: www.pexels.com

La tecnología ha irrumpido en las aulas y salones universitarios, transformando radicalmente la forma en que enseñamos y aprendemos. Si bien ofrece innumerables beneficios, también plantea desafíos significativos, especialmente en relación con el uso responsable y los posibles efectos negativos en los estudiantes.

Entre los beneficios de la tecnología en la educación se pueden citar que facilita la investigación y el acceso a información, permite personalizar el aprendizaje y fomentar la colaboración, mejora la eficiencia en la gestión académica y prepara a los estudiantes para un futuro laboral cada vez más digital.

Pero no todo es beneficio. Existen algunos desafíos y riesgos asociados como la adicción a dispositivos y contenidos inapropiados, exposición a contenidos violentos o sexualmente explícitos, ciberacoso y difusión de rumores y pérdida de habilidades sociales y de comunicación, por lo que, el papel de los educadores y las familias es importante.

Los educadores deben promover el uso responsable de la tecnología, enseñar a los estudiantes a evaluar la información y fomentar el pensamiento crítico y, por el lado de la familia, es fundamental que los padres se involucren en la vida digital de sus hijos, estableciendo límites y supervisando su actividad en línea, algo imposible en los hogares salvadoreños, pero se debe intentar como un comienzo positivo.

Y en el caso de la educación universitaria, el auge de las clases en línea y los entornos virtuales de aprendizaje ha generado una necesidad de actualización constante por parte de los docentes.

Las universidades deben adaptarse a esta nueva realidad y ofrecer más herramientas y capacitación a sus profesores para aprovechar al máximo las posibilidades que brinda la tecnología y, sobe todo, orientar al buen uso de esta.

La tecnología es una herramienta poderosa que puede ser utilizada para el bien o para el mal. Es fundamental que educadores, familias y estudiantes trabajen juntos para aprovechar al máximo sus beneficios y mitigar sus riesgos. El futuro de la educación y de tener una mejor sociedad depende de nuestra capacidad para encontrar un equilibrio entre lo tradicional y lo digital.

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