¿Qué puede hacer la escuela para reducir la brecha de género en la ciencia?

David Alberto Quintana Pérez
Investigador Universidad Tecnológica de El Salvador
david.quintana@utec.edu.sv
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6690-2360
Foto de Ejov Igor (Pexels.com)

Actualmente, la construcción de conocimiento es una actividad humana que expresa desigualdad de género. Según la UNESCO (2022), solo uno de cada tres científicos en el mundo es mujer. Es por ello por lo que, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el artículo en cuestión tiene el propósito de contribuir a la reflexión sobre las posibilidades y limitaciones que a diario experimenta la escuela salvadoreña para reducir la brecha de género en la formación de futuras científicas.

Asimismo, la UNESCO (2020), sostiene que, a nivel mundial, aproximadamente 122 millones de niñas aún no ingresa al sistema escolar, lo cual lastimosamente no termina ahí, ya que las mujeres representan casi dos tercios de la población que no logra aprender a leer en algún momento de su vida. En consecuencia, el desarrollo de iniciativas orientadas a la búsqueda de una igualdad de género en el área científica emerge como una necesidad de primer orden que, dada la función social de la escuela, recae en gran medida en el sistema educativo.

En este contexto, se estima que, en muchas de las ocasiones la denominada brecha de género se hace visible hasta el momento de insertarse a la vida familiar y laboral. Sin embargo, como lo plantea Palomar (2024), esta inicia desde la infancia con las intenciones y estereotipos que la familia imprime a la niña para que estudie una determinada carrera y no otra y, en el peor de los casos, para que no lo haga “por el hecho de ser mujer”.

Ante esta situación, la potencial mujer científica ya se encuentra en una condición de desventaja en comparación con la mayoría de los científicos hombres, puesto que no ha ingresado al sistema educativo en el momento oportuno, lo ha hecho tarde o con prejuicios que la desmotivan y que, en ocasiones de manera consciente y hasta inconsciente, también son reforzados más temprano que tarde en el contexto escolar.

Desde que se ingresa a un centro educativo se observan diferencias de género bastante marcadas, por ejemplo filas para niños y otra para niñas, en ocasiones cuando se hacen trabajos en el aula, los grupos son de niños o de niñas, las actividades físicas y el liderazgo son solicitadas a los varones, los contenidos desarrollados en los programas de estudio, regularmente están cargados de ejemplos de hombres “con éxito” en el mundo académico, mientras que al abordar ejemplos de actividades que se realizan en el hogar regularmente muestran la imagen de mujeres realizando labores de crianza y cuidado, situación que empieza a reforzar la idea a temprana edad de que existen actividades exclusivas para mujeres y hombres (MINED, s.f).

De esta manera, la brecha de género suele pasar desapercibida y por consiguiente a ser normalizada en el imaginario de las niñas en el centro escolar. No obstante, esta situación resulta ser un fenómeno multicausal que responde a una diversidad de factores tales como: la carencia de sensibilización y formación en el tema de género a nivel docente, la limitada aplicación de marcos normativos que regulen la violencia de género al interior de los centros educativos, la fuerte influencia religiosa que aún perdura en las prácticas de crianza y educación de los niños, entre otras.

Sin embargo, es importante considerar que también existen oportunidades para contribuir a la reducción de las brechas de género en los centros escolares. Por un lado, desde el ámbito curricular es posible generar propuestas que contribuyan a eliminar estereotipos impregnados en los materiales educativos, sustituyéndolos por mensajes inclusivos que contribuyan al fomento de participación de niñas en áreas STEM. Por otro lado, al interior de los centros educativos se pueden crear espacios seguros y accesibles que propicien la integración entre niños y niñas, a fin de fomentar la construcción de relaciones armónicas más justas y equitativas.

A manera de conclusión, la escuela desempeña un rol trascendental en la reducción de brechas de género. Esto se debe a que se convierte en un espacio importante donde niños y niñas construyen valores que perduran durante el transcurso de la vida. No obstante, no debe dejarse de lado que existen barreras como el acceso a la educación, la predominancia de estereotipos fuertemente arraigados en la orientación de los niños, así como la carencia de una formación sistemática y transversal que perpetúe la desigualdad. Es por ello que, la articulación entre el sistema educativo, la familia, actores locales y la sociedad en general, podrán hacer los cambios necesarios que permiten a mediano y largo plazo que desde la infancia, las mujeres accedan y se desarrollen en cualquier carrera que contribuya al desarrollo científico del país.

Referencias
UNESCO. (2020). Políticas de educación y equidad de género: estudios sobre Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala y Perú. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000379491
UNESCO. (2022). Llamada a la acción: cerrar la brecha de género en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000388641_spa
Palomar, A. (2024). La brecha de género en la ciencia y los datos que la confirman. National Geographic. España. https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/brecha-genero-ciencia-datos-que-confirman_19498
MINED. (S.f). Educación familiar https://sites.google.com/clases.edu.sv/educacion-familiar/inicio

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