Esta jornada es parte del programa Muna Académico, impulsado desde el seno del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán.
Wilber Corpeño
La Palabra Universitaria
Una enriquecedora jornada de exposiciones de investigaciones académicas sobre el uso de tecnologías aplicadas a la arqueología tuvo lugar recientemente en las instalaciones del Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán, en el marco del proyecto MUNA Académico.
“El MUNA Académico es un programa que se abre para generar espacios de convergencias, de discusión y de promoción de los resultados de investigaciones desarrolladas desde el interior del museo o de investigadores externos”, explica el director del MUNA, Danilo Villalta.
El tema Los primeros mapeos lidar en la arqueología salvadoreña: Cihuatán, Las Marías y volcán de Guazapa, fue presentado por el arqueólogo estadounidense, Paul Amaroli.
El referido arqueólogo explica que los primeros mapeos lidar en el país se hicieron en 2019 y que este tipo de tecnología es capaz de poner en evidencia arquitectura desde plataformas residenciales, hasta construcciones monumentales como terrazas, calzadas y pirámides.
El mapeo fue coordinado por la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (FUNDAR), de la cual Amaroli es parte, y realizado por NCALM (el Centro Nacional de Mapeo Aéreo Láser), de Houston, Texas, utilizando una avioneta equipo con la última generación de dispositivos lidar, que fue financiado por la Embajada de Estados Unidos en El Salvador.
El equipo de especialistas analizó tres áreas en sitios arqueológicos del Posclásico temprano (900-1200 d. C.): Cihuatán, con cobertura de 17.7 k㎡; Las Marías (20.1 k㎡), y el volcán de Guazapa (41.7 k㎡ en su lado poniente).
“El área total de mapeo fue de 79.5 k㎡, cubierto en un vuelo de unas cuatro horas. Se registraron aproximadamente 874 millones 500 000 ecos láser. A lo largo de varios meses, esta información fue procesada por NCALM y luego disponíamos de 40.5 GB de datos en formato ya para análisis”, indicó Amaroli.
En su disertación, el investigador se centró en el mapeo hecho en el volcán de Guazapa, donde reconocimientos previos de FUNDAR permitieron identificar varios conjuntos arquitectónicos (terrazas, plataformas y pirámides) en las colinas que bajan desde las cumbres del volcán.
El mapeo lidar permitió la identificación de unos 83 de estos “conjuntos Guazapa”, desde el pie del volcán hasta llegar cerca de sus cumbres (es decir, hasta el límite del mapeo). También estableció que este sitio es grande: se extiende por un área mayor de 4 k㎡, concluye el investigador.
En la segunda actividad del MUNA Académico se desarrolló un conversatorio sobre dos artículos: Arqueoastronomía y paisaje cultural durante el clásico tardío: análisis espacial del centro ceremonial del sitio arqueológico Tehuacán, El Salvador, utilizando herramientas SIG, de la arqueóloga Melissa Zepeda Mayén, y Análisis e interpretación geoespacial de sitios del posclásico temprano de la costa del Bálsamo, a partir del uso de SIG e imágenes LiDAR, del arqueólogo y docente de la Universidad Tecnológica de El Salvador (Utec) Marlon Escamilla; como moderador estuvo el historiador Carlos Cortez.
En sintonía con lo explicado por Amaroli sobre las ventajas de Lidar en la arqueología, Escamilla agrega que luego de detectar las estructuras con esta tecnología se deben corroborar datos en campo.
También habló sobre los sitios estudiados en la costa del Bálsamo, los cuales tienen una topografía difícil y están ubicados sobre lengüetas de 5 a 10 m de ancho. “Las razones del asentamiento pueden ser una emulación de prácticas rituales desarrollado en el altiplano central de México. Considero que aparte de la condición defensiva, también era simbólica ritual, por eso son sitios pequeños usados de manera cíclica para ciertos rituales. Me baso en pocos materiales culturales y por acceso al agua”, profundiza Escamilla.
Sobre el Sistema de Información Geográfica (SIG) usado por la arqueóloga Zepeda Mayén en su estudio, ella explica que el programa permite identificar la hora y el día en que van a darse los solsticios y los equinoccios.
“El programa traza una línea que indica donde va a salir el sol en solsticio o equinoccio. Al tener la información, lo que tenemos que hacer es colocarla sobre el plano del sitio (que está georreferenciado) y así se logran identificar las estructuras alineadas con la franja que tira el programa”, indica.