El Salvador del Mundo: patrimonio simbólico y eje de identidad nacional

Manuel Vega y Miguel Castillo
Fotografía: Alexander Morales
La Palabra Universitaria

El auditorio Doctor Rufino Garay de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) fue el escenario del conversatorio El Divino Salvador del Mundo, realizado en el marco de las fiestas patronales de San Salvador. El evento contó con la participación de tres expertos de distintas disciplinas, quienes reflexionaron sobre el origen, simbolismo e impacto del monumento más icónico del país.

Organizado por la Escuela de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales, el conversatorio buscó generar un diálogo académico con enfoque multidisciplinario sobre un tema coyuntural. Estudiantes de las asignaturas Filosofía, Realidad Nacional y Ética escucharon con atención las ponencias, que abordaron aspectos históricos, religiosos y urbanos del símbolo nacional.

El Salvador del Mundo: historia y significado

El monumento fue erigido en 1942 durante el Congreso Eucarístico Nacional, en una etapa de expansión urbana hacia el poniente de San Salvador. Diseñado por el ingeniero Barahona Villaseñor, está coronado por una escultura de Cristo elaborada en mármol, originalmente parte del mausoleo de la familia Arauco, que fue donada para formar parte del conjunto.

“El Salvador del Mundo no solo es un símbolo religioso, sino un referente urbano e identitario. Incluso quienes no profesan la religión lo ubican como un punto clave de la ciudad”, expresó el arquitecto y especialista en cultura Rafael Alas, quien también recordó que la estructura fue restaurada tras los daños sufridos durante el terremoto de 1986.

Por su parte, el antropólogo sociocultural Jordán Palma destacó: “La diáspora busca reencontrarse con su país visitando este lugar en vacaciones, Navidad o fiestas agostinas”. Para él, el monumento representa un ancla identitaria para los salvadoreños en el extranjero, y refuerza el sentido de pertenencia de quienes retornan al país.

Fiestas agostinas: fe, tradición e identidad

El conversatorio también abordó el significado profundo de las festividades patronales, que combinan un fuerte arraigo religioso con elementos históricos y sociales. Las celebraciones del 5 y 6 de agosto reúnen a fieles católicos y a la ciudadanía en general en torno a un símbolo nacional de profundo valor cultural.

Palma explicó que estas celebraciones tienen raíces en tradiciones europeas, como la danza de moros y cristianos, y constituyen un ejemplo de sincretismo religioso que refleja la evolución espiritual y cultural del país.

Juan Chopin, sacerdote diocesano, puntualizó: “No hay relación directa entre el monumento y la Iglesia Católica; el Salvador del Mundo es un monumento cívico, de la ciudad, aunque presenta una imagen religiosa”. También subrayó que la festividad del 6 de agosto está establecida dentro del calendario litúrgico, tanto nacional como universal.

Reflexión e identidad desde la academia

La actividad permitió a los estudiantes ampliar su comprensión sobre el papel del monumento como eje identitario y su relevancia en las festividades tradicionales. Desde la mirada académica, el evento favoreció un espacio de reflexión que vinculó historia, religión y cultura urbana como elementos fundamentales de la identidad nacional salvadoreña.

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