Tom Coreas: La voz que enciende la pasión del fútbol salvadoreño

Kenneth Ponce/Yenifer Flores
Fotografías: TCS y Fares Barrera

Tom Coreas, una voz icónica del periodismo deportivo en El Salvador, comparte su inspiradora historia de éxito. Desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un referente de innovación y liderazgo en la narración deportiva.

En esta entrevista habla de sus principios, sus próximos objetivos y su visión en su trabajo, y reflexiona sobre los desafíos y las oportunidades que ha enfrentado.

Un hombre que ha dedicado su vida y carrera profesional al fútbol, a practicarlo, analizarlo, narrarlo y, sobre todo, a vivirlo. Tom Coreas, periodista deportivo, muestra la pasión por el deporte desde su camisa apoyando a la selecta, hasta su conocimiento amplio sobre números y estadísticas deportivas.

Su sueño de niño terminaría aterrizando en las canchas de fútbol, primero como jugador de categorías inferiores, para luego evolucionar a comentarle al mundo lo que sucedía con el esférico en cada instante del encuentro, así que, con el apoyo de sus padres, como gran fuente de apoyo y constancia cumpliría sus anhelos.

A pesar de los inconvenientes que tendría que pasar, finalmente llevaría sus estudios en el área de comunicaciones junto con sus labores como comentarista deportivo, y construir así su nombre como periodista en ésta especialización, consiguiendo grandes logros en el camino, siendo reconocido por muchos salvadoreños como un hombre humilde con gran amor por su admirado equipo migueleño, Club Deportivo Águila.

Luego de haber narrado cinco mundiales, innumerables finales de competencias europeas, fases de playoff de las grandes ligas de béisbol, finales de la liga de baloncesto de Estados Unidos, aquel niño que soñaba con narrar un partido, ahora se ha convertido en una de las voces con más reconocimiento en la televisión salvadoreña.

¿Quién era Tom Coreas en su infancia?
Era un niño terrible… de hecho, me expulsaron del kínder porque era muy hiperactivo. Siempre fui un chico sencillo. Todos los salvadoreños tenemos sueños, y el mío, cuando era niño, era ser piloto, porque veía los aviones y me fascinaban. Pero, con el tiempo, llegó la adolescencia y me empezó a gustar el fútbol, tanto que lo practiqué.

Como todo salvadoreño, tenía metas y sabía que el sacrificio era el camino al éxito. Me esforcé y llegué a la universidad con un objetivo claro: ser narrador de fútbol. Eso fue algo que obtuve gracias a Dios y al apoyo incondicional de mi querida madre.

¿De qué manera ha influido el fútbol y el deporte en su vida personal y profesional?
El deporte ha influido en mí de una manera compleja, marcada tanto por beneficios como por desafíos. En El Salvador aún falta una cultura deportiva robusta. En nuestro país, la afición puede ser una espada de doble filo; mientras que en México los comentaristas se expresan abiertamente sobre sus equipos, aquí ser aficionado puede generar tanto admiración como rechazo. Mi lealtad al CD Águila ha sido motivo de orgullo, pero también de críticas por parte de aficionados de otros equipos.

Vengo de abajo y sé lo que es trabajar duro para ganarse la vida. Esa experiencia me conecta con la gente que diariamente lucha por su sustento. La admiración que genera mi trabajo también puede ser motivo de críticas, un fenómeno que reconozco como parte del juego.

No desmayen. Los van a criticar, pero también los van a admirar. Dependerá de ustedes construir un camino lleno de oportunidades y de obstáculos.

¿Cómo se prepara mental y técnicamente para narrar un partido de fútbol local e internacional?
Cuando me preparo para narrar un partido de fútbol, ya sea local o internacional, sigo un enfoque muy detallado. Para los encuentros nacionales, prefiero hacerlo todo a mano, escribiendo y memorizando los datos clave sin depender de dispositivos electrónicos. Esto me brinda un control y una seguridad que considero fundamentales, especialmente en un mundo cada vez más digital. Aprenderme las alineaciones y los roles de los jugadores es esencial para narrar con fluidez y naturalidad, permitiéndome contar la historia del partido sin necesidad de consultar notas o estadísticas constantemente.

Para los partidos internacionales, aunque utilizo internet para verificar la pronunciación de algunos nombres difíciles, sigo fiel a mi método de escribir y memorizar. Reconozco las diferencias culturales y lingüísticas que pueden hacer más compleja la narración, pero confío en mi preparación mental y técnica para enfrentar esos desafíos.

¿Cuáles fueron los mayores retos que tuvo que superar a lo largo de su carrera?

Uno de los mayores retos que enfrenté fue superar la influencia de mi padre. Aunque él estaba involucrado en el ámbito radial, paradójicamente, no me apoyaba directamente en mi camino profesional, pues sus llamados de atención más bien eran de un padre a un hijo, no de un maestro a su alumno. No se trataba de convencerlo a él, sino de demostrarme a mí mismo que era capaz de lograrlo, no solo por el apellido que llevaba, sino construyendo mi propia historia.

Otro desafío fue enfrentar la percepción de las personas mayores en los medios de comunicación, donde existen dos tipos de comunicadores: los empíricos y los académicos. Aunque creo en la importancia de combinar ambos enfoques, al inicio enfrenté recelo, pues muchos me identificaban solo como “el hijo de Fulano” y no valoraban mis propias capacidades.

Sin embargo, la vida está llena de retos que deben superarse con confianza en uno mismo, aprovechando las oportunidades y manteniendo la fe en Dios.

En su carrera ¿Cuál es su mayor logro?
Uno de mis logros más significativos ha sido llegar a la televisión, un objetivo que siempre tuve. Narrar mi primer Mundial fue una experiencia llena de nervios, pero logré superarla. A lo largo de mi carrera como narrador de fútbol, he tenido la oportunidad de conocer países que jamás imaginé visitar.

Creo que los logros han sido muchos, pero lo más importante ha sido llegar a la televisión, explorar otras culturas y conocer a personas de diferentes orígenes, esto gracias a las transmisiones y coberturas periodísticas. Sin duda, ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.

¿Qué legado le gustaría dejar a usted en el mundo del deporte aquí en El Salvador?
Mi legado en el deporte no es ser imitado, sino superado. Reconozco que, aunque he tenido éxito en televisión, soy un ser humano que puede cometer errores, y deseo que las nuevas generaciones trabajen para ir más allá de mis logros.

Durante una entrevista compartí la anécdota de un joven que aspiraba ser como yo. Le aconsejé que debía escribir su propia historia, en lugar de seguir mis pasos exactamente. También destaqué la importancia de las estadísticas en mi carrera y espero que alguien continúe ese trabajo sin depender completamente de la tecnología, logrando superar lo que he construido en mis 20 años narrando eventos como los mundiales y la Champions League.

¿Qué consejo les daría a los jóvenes que están comenzando en el periodismo deportivo hoy en día?
A lo largo de mi carrera, tanto en el deporte como en el periodismo, he aprendido algo que siempre trato de compartir con los jóvenes que buscan abrirse camino en estos campos: el esfuerzo y el sacrificio son las llaves del éxito. Lo que he vivido me ha demostrado que perseverar, incluso en los momentos más difíciles, es lo que realmente marca la diferencia.

Para quienes están interesados en el periodismo deportivo, quiero subrayar algo fundamental: sí, los estudios académicos son esenciales. Tener una buena formación te proporciona las herramientas y el conocimiento necesarios para destacar. Además, la tecnología hoy en día es un recurso vital; sin embargo, no se puede dejar de lado el trabajo de campo. El periodismo no solo se aprende en las aulas, se vive en la cancha, en la calle, en la lluvia, en esos momentos en los que todo parece difícil, pero uno sigue adelante porque está cerca de la noticia.

Hoy en día, las redes sociales juegan un papel crucial. En mis inicios no existían estas plataformas como las conocemos ahora, y esto ha cambiado la forma en que se comunica y se recibe la información. Es un arma de doble filo, porque la noticia puede correr rápidamente, pero también aumenta la presión de estar siempre veinticuatro horas al día, siete días a la semana.

Mi consejo es que perseveren, que se preparen académicamente, pero que también tengan el valor de sumergirse de lleno en la realidad, en lo empírico. Un buen periodista no se hace solo con los libros o las clases, sino en el campo, enfrentando los retos de la vida real. La crítica es inevitable; siempre habrá quienes los cuestionen, pero con fe, esfuerzo y gran dedicación, encontrarán su camino.

Para quienes vienen detrás, mi mayor deseo es que algún día estén aquí, en el lugar donde hoy estoy yo, no como entrevistados, sino como entrevistadores. Que sigan luchando por sus sueños, porque con fe y perseverancia, todo es posible.

Tom Coreas es más que un narrador deportivo, es un ejemplo de disciplina, perseverancia y pasión. Su legado en el periodismo deportivo va más allá de las transmisiones y las estadísticas; es un testimonio de cómo el trabajo duro y la dedicación pueden transformar sueños en realidades En un país donde las críticas y los desafíos son el pan de cada día, Coreas invita a las nuevas generaciones a superarse a sí mismas, a escribir sus propias historias y a ser la mejor versión de sí mismas. “Supérenme”, dice con humildad, pero su historia es un ejemplo que seguir para muchos.

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