El emblemático Palacio Nacional cumple 43 años de ser Monumento Nacional

Es quizá uno de los edificios más imponentes en la capital salvadoreña, y es como muchos, un inmueble que guarda innumerables historias, por lo que ha sido a lo largo de sus 112 años de historia.

Wilber Corpeño
La Palabra Universitaria

Más de cuatro décadas han pasado desde que el emblemático Palacio Nacional fuera declarado como Monumento Nacional, distinción que le fue designada tras la importancia que ese inmueble representa para la historia de El Salvador.

Ese fue el edificio que alguna vez albergó a los tres poderes del Estado, inaugurado el 1 de marzo de 1911, que fue llamado en sus inicios “El Palacio del Café”, ya que a través de un decreto legislativo se estipuló que por cada quintal de café exportado se invertiría un colón para levantar la obra. En total se utilizaron 50 mil colones.

“El Palacio Nacional es el edificio más emblemático que tiene El Salvador. Responde a muchos estilos arquitectónicos: es neoclásico, pero posee otras influencias por lo que podemos decir que es un estilo ecléctico”, indica la directora nacional de Patrimonio, María Isaura Aráuz.

La edificación ocupa un perímetro de 74 metros por lado y tiene un patio central en forma de cruz griega donde se ubica el jardín central. Por su organización espacial se define como un claustro.

En la actualidad, la edificación recibe a cientos de visitantes que aprecian su diseño arquitectónico, muebles, obras de arte e historia, pero por décadas, el Palacio Nacional fue sede de los tres poderes del Estado.

El Salón Azul, declarado Monumento Histórico Nacional en 1974, fue la sede de la Asamblea Legislativa. El espacio conserva curules y sillas originales de los diputados, así como el palco para la prensa.

En el Salón Rosado tuvo su sede la Corte Suprema de Justicia de 1911 a 1974. En sus paredes se conserva la pintura del primer escudo salvadoreño.

El Salón Amarillo sirvió, hasta 1930, como despacho del presidente de la República, cuya administración tenía a disposición el Salón Rojo, en el cual se pueden apreciar los medallones con los nombres de los 14 departamentos de El Salvador, así como retratos de los expresidentes Fernando Figueroa, Francisco Morazán, Francisco Menéndez, Rafael Campos, Gerardo Barrios y Manuel Enrique Araujo, de quien se cree fue velado en este salón tras su asesinato en 1913.

“El Salón Rojo era el salón de protocolo del presidente. Allí recibía las credenciales de los embajadores acreditados en el país. El inmueble tiene 104 habitaciones, cada una con una tipología impresionante, pisos venecianos, pinturas murales irrepetibles”, agregó la arquitecta Aráuz.

Uno de estos espacios es el Salón Jaguar, donde se visualiza la conceptualización de la cultura indígena a través de elementos mitológicos plasmados en sus paredes. El edificio cuenta además con decoraciones neorrenacentistas y neogóticas, portones y otras decoraciones en bronce y hierro de estilo art nouveau.

La construcción de un Palacio Nacional que albergara a todo el Estado fue un proyecto del gobierno del capitán general Gerardo Barrios, aunque fue construido entre 1866 y 1870, en el período del presidente Francisco Dueñas. La obra estuvo a cargo de los artesanos salvadoreños Ildefonso Marín y José Dolores Melara. Lamentablemente la estructura fue consumida por un incendio en 1889.

En 1903 el presidente, Pedro José Escalón, realizó un concurso para el plano iconográfico y el ganador fue el ingeniero José Emilio Alcaine. Los planos se enviaron a Alemania, donde se elaboraron, pieza por pieza, las estructuras metálicas antisísmicas.

La construcción inició en 1905 y estuvo a cargo de los ingenieros salvadoreños José Emilio Alcaine y José María Peralta Lagos, y como maestro de obra el arquitecto Pascasio González. Su edificación finalizó en 1911, en la presidencia de Fernando Figueroa.

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