Por Ramón Cornejo, @ramoncornejo1
Los primeros Religiosos Somascos llegaron a El Salvador el 5 de octubre de 1921, a regentar la antigua correccional de menores (hoy Instituto Emiliani), en el lugar denominado La Ceiba, en los linderos de Antiguo Cuscatlán, paso obligado y punto equidistante entre San Salvador y Santa Tecla. La delegación venia encabezada por el P. Antonio Brunetti, de grata recordación.
¿Cómo adquirió el apellido de Guadalupe? Según Mario Ramos en el artículo ¿Brasilia o Ceiba de Guadalupe? (publicado originalmente en el periódico Colatino el 17 de junio de 1998), la congregación Somasca deseaba construir un templo Mariano bajo un título popular. Le sugirieron al padre Brunetti el de La Virgen de Guadalupe, y pronto el religioso inició los preparativos para la construcción de un templo sencillo, en los terrenos propios de la comunidad citada, al costado izquierdo de lo que actualmente es el templo Basílica de La Virgen de Guadalupe.
Según lo describió el p. Brunetti, “…el 12 de diciembre de 1922 se llevó en procesión, una preciosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe al santuario provisional. Sin haber hecho invitaciones, se congregaron en “La Ceiba” multitudes de personas, tanto de Santa Tecla como de San Salvador. Se hizo presente también Mons. Belloso, el excelentísimo señor presidente de la República, don Jorge Menéndez; el señor vicepresidente, doctor Alfonso Quiñónez Molina. Este fue el día de la apoteosis de María Santísima. A la Virgen le agradó claramente nuestro homenaje, PORQUE DESDE ESTE DIA COMIENZA NUESTRA POPULARIDAD EN SAN SALVADOR”.
Es a partir de entonces, según lo relata Mario Ramos, cuando el cantón La Ceiba recibe el apellido de Guadalupe.
Hay muchas anécdotas de todos los árboles de Ceiba que fueron plantados en el sector, para hacer honor al nombre del lugar, pues con el crecimiento de la población y el “modernismo”, hicieron que casi en su totalidad se eliminaran en la zona los árboles sagrados de la cultura maya…pero, esta que les cuento en estas líneas, la viví en primera persona, pues es la historia de MI CEIBA.
Con la Comunidad Educativa Somasca, en 2004, coordinamos la siembra de un árbol de Ceiba, en la plaza Brasilia ubicada a un costado del Instituto Emiliani, denominando el proyecto Una ceiba para la ceiba de Guadalupe.
El 19 de noviembre de 2004 realizamos una reunión con delegados de la Alcaldía de San Salvador para presentarles el proyecto, solicitar el permiso y los respectivos apoyos. Les gustó la idea e inmediatamente se decidió realizar un acto cultural simbólico el 12 de diciembre, como parte de las fiestas de Nuestra Señora de Guadalupe, en donde se hacia la “siembra” de la ceiba en la Plaza Brasilia.
Inmediatamente, nos dirigimos con miembros de la división de jardinería de la Alcaldía de San Salvador al Puerto de La Libertad, a seleccionar el árbol que se trasplantaría. Tres alternativas se nos presentaron en esos momentos: una ceiba de 20 metros, otra de 5 o 6, y una más pequeña de 3 metros. Ellos se encargarían del trasplante entre el 6 y el 7 de diciembre.
Muy temprano inició la jornada del “trasplante”; antes de las 7:00 a.m. me dirigí al vivero de la Alcaldía Municipal de San Salvador con el “camioncito, a recoger al personal de la alcaldía que realizaría la operación. De manera simultánea, otra cuadrilla de trabajadores de la alcaldía (que llamaré el equipo B), estaba preparando el terreno donde sembraríamos la ceiba.
Llegamos al sitio donde estaba la “ceibita”, y con grandes cuidados y cariños, comenzaron a escarbar y prepararla. Fue una jornada extenuante de más de 5 horas.
Subirla al camioncito, fue una odisea superada luego de mucho esfuerzo; siempre con delicadeza. En todo momento había comunicación con el equipo B, quienes habían tenido dificultades para perforar, debido a que en el subsuelo de la Plaza Brasilia había una plancha de concreto que fue muy difícil de perforar (antes de ser una plaza, era una calle pavimentada en concreto).
El traslado de la ceibita fue como llevar un cliente al cementerio…muy despacito; esto, para evitar que el viento le dañara. No faltaron las bendiciones de conductores, debido a la lentitud con que se desplazaba el camioncito con su preciada carga.
Llegando a la Plaza Brasilia, se colocó delicadamente en su nuevo hogar. Esta tarea tampoco fue sencilla.
Tocó esperar que, en los próximos tres días, las hojas de la ceibita no se marchitaran, pues sería indicativo de que no le agradaba el lugar y pronto moriría. Fueron tres días de “socazón”, visitándola constantemente para verificar que seguía con vida.
Finalmente, el esperado 12 de diciembre de 2004 se realizó el acto cultural (con significado de reclamo por la destrucción de la Finca El Espino), donde nos acompañó aparte del alcalde, personas que participaron en el traslado de la primera ceiba en la zona, cuando debido a la construcción de la calle a Santa Tecla, había que quitarla del camino, también religiosos somascos, ecologistas, docentes, amigos y familiares que siempre me apoyaron. Todavía estoy muy seguro, que no fue una idea simbólica y descabellada.
La actividad se transmitió en vivo por radio YSUCA gracias al apoyo de Martín Posada.
Justamente, cuando termino de escribir estas líneas, hace 18 años, dejé a mi Ceiba en su nuevo hogar…ya instalada y oficialmente “inaugurada”.
He tardado más de tres años en redactar estas líneas, por increíble que parezca. No me imaginé que 18 años después Mi Ceiba estaría bien crecidita, dando oxígeno, sombra, ornato y frescura.
Y cuando en alguna ocasión pasen por la Ceiba de Guadalupe, cabal donde termina el
Emiliani, camino a Santa Tecla, vuelvan su mirada a la Plaza Brasilia, y digan… ¡Ve, allí está la Ceiba de Ramón!